Te cuento un cuento
Cada relato, cada cuento que contamos va por una parte llenando su mundo de fantasías que tanto necesita y tanto busca, y por otra ampliando y enriqueciendo su lenguaje. Un niño que escucha cuentos aprende a escuchar y sobre todo aprende a expresarse, a contar y a hilar la descripción de hechos o cosas con palabras.
Si contar cuentos a los pequeños siempre es bueno, cuando el niño comienza a leer en el colegio es fundamental. Pese a lo que pueda parecer, este es el momento en el que más debemos dejarnos convencer por los niños para acceder a sus insistentes peticiones de relatos.
La lectura debe ser un placer para el niño, una auténtica diversión, un juego más. Para esto es preciso que exista un fuerte estímulo en el hogar, un estímulo que huye de toda presión que viene progresivamente según las etapas de maduración por las que atraviesa su mente infantil.
La lectura, bien enfocada, se hace juego y aporta grandes dosis de fantasía y creatividad que satisfacen la demanda que el niño tiene de ellas. Al tiempo está aumentando su vocabulario y mejorando su capacidad de expresión.
La mejor manera de mostrar a nuestros hijos que leer es atractivo y divertido es que nos vean leer. Que se acostumbren, desde bien pequeños, a ver a los mayores leer apasionadamente un libro. Que nos oigan comentar el nuevo libro que estamos leyendo, que nos vean prescindir del televisor para dedicarnos a leer con entusiasmo.
Por otra parte, las características y los temas de las lecturas que el niño va realizando no sólo enmarcan su progresiva adquisición de conocimientos sino que también condicionan su gusto por la lectura. Si el niño tropieza con temas densos, lenguajes incomprensibles, o historias inacabables, poco a poco irá perdiendo el gusto y el interés por someterse a semejante tortura. Por el contrario, si encuentra libros apropiados a su edad y a sus necesidades lúdicas, pronto tomará afición y acudirá a su cita con los libros por propia iniciativa.
La mejor manera de mostrar a nuestros hijos que leer es atractivo y divertido es que nos vean leer. Que se acostumbren, desde bien pequeños, a ver a los mayores leer apasionadamente un libro. Que nos oigan comentar el nuevo libro que estamos leyendo, que nos vean prescindir del televisor para dedicarnos a leer con entusiasmo.
Por otra parte, las características y los temas de las lecturas que el niño va realizando no sólo enmarcan su progresiva adquisición de conocimientos sino que también condicionan su gusto por la lectura. Si el niño tropieza con temas densos, lenguajes incomprensibles, o historias inacabables, poco a poco irá perdiendo el gusto y el interés por someterse a semejante tortura. Por el contrario, si encuentra libros apropiados a su edad y a sus necesidades lúdicas, pronto tomará afición y acudirá a su cita con los libros por propia iniciativa.
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